sábado, 15 de octubre de 2011

Las licencias para importación en la Argentina

La demanda de dólares evidenciada en los últimos dos meses puede estar influida por múltiples circunstancias, entre las cuales la incertidumbre por las próximas elecciones presidenciales no debería tener mayor incidencia, dado lo previsible del resultado.

En cambio si puede tener efectos sobre la conducta de los agentes económicos, la percepción de cierta aceleración inflacionaria, así como temores por el deterioro del contexto externo.

El Banco Central combinó medidas de intervención directa en la plaza cambiaria –asumiendo una fuerte fuga de capitales tanto en agosto como en setiembre- , con la difusión de seguros de cambio, demostración de que la entidad monetaria está decidida a mantener el tipo de cambio fijo o semi fijo, al menos hasta fin de año.

La autoridad monetaria ha hecho notar recientemente, que el peso argentino es la moneda que más se ha depreciado en la región. Por otra parte, el alto nivel de utilización de la capacidad instalada, en eslabones críticos de las cadenas productivas, hace pensar que un tipo de cambio más elevado tendería a traducirse en mayor inflación.

En los últimos años la economía argentina ha tenido un vigoroso crecimiento, y mayor aún ha sido el del comercio exterior del país. Pero la evolución de los costos internos ha ido erosionando el margen de competitividad que se había generado por la devaluación del peso tras la crisis de 2001. Si bien las exportaciones se han diversificado y expandido notablemente en los últimos años En toda la serie entre 2003 y lo que va de 2011, con la sola excepción de 2009, el crecimiento de las importaciones ha sido superior al crecimiento de las exportaciones.

La política de resguardo del mercado doméstico que ha seguido el Gobierno Nacional toma nota de esta realidad. Los críticos de las medidas que toma la Secretaría de Comercio Interior ó el Ministerio de Industria, se esfuerzan en detectar algunas incoherencias –por ejemplo en los regímenes de liquidaciones de exportaciones mineras y energéticas-, o en destacar lo toscas que lucen algunas de las medidas.

Es indudable que las licencias no automáticas de importación ocasionan en lo inmediato dificultades operativas a diversos sectores de la producción. También es notorio que resulta muy sui generis, pedir a quienes pretenden importar por ejemplo automóviles de alta gama, que concreten exportaciones de cualquier tipo de bien para compensar el impacto en el balance de pagos.

Desde nuestra perspectiva, y sin que esto implique justificar a priori las aparentes incoherencias, ningún sector ha ofrecido a la discusión pública otro tipo de medidas, que en lo inmediato puedan dar respuesta eficaz para evitar el mal mayor, como sería la extinción a corto plazo del superávit comercial, o el reinicio de un ciclo de endeudamiento externo, descomprometido de inversiones equilibradoras.

Con alcance profundo y con sus posibles efectos principales en el mediano plazo, el Gobierno ha convocado a la discusión de Planes “2020”, tanto en materia agroalimentaria como industrial, orientados a lograr una ampliación significativa de las posibilidades de producción del país, y a una superación estructural de las restricciones de sector externo.

Es necesario que el sector empresarial esté a la altura de las circunstancias, especialmente la cúpula más concentrada, que tiene bajo control los eslabones críticos para la formación de precios, y que por demasiado tiempo ha priorizado las rentas monopólicas antes que la inversión necesaria para expandir estructuralmente la oferta de bienes y servicios.

También aguarda su transformación el sistema financiero, resorte fundamental para que las inversiones puedan concretarse en el volumen y la oportunidad que se necesitan.

No hay comentarios:

Publicar un comentario