martes, 10 de enero de 2012

Giros de la rueda



Pablo Levín solía ser un hombre generoso con su tiempo. Corrían los primeros años posteriores a la crisis de 2001, y él se avino a brindar -gratuitamente-, un seminario de larga duración para docentes de la Universidad Nacional de Quilmes. El programa estaba centrado en su libro "El Capital Tecnológico". Pablo se mostraba muy seguro de sí y de sus ideas teóricas, tanto que a veces sus certezas podían sonar demasiado enfáticas. En todo caso, era notoria su impresionante versación en materia de economía marxista, acervo de conocimientos que se empeñaba en transmitir, alentándonos a formular y cumplir vastos, ambiciosos y rigurosos planes de lectura. Como lamentablemente pasa tantas veces con las oportunidades de trabajar con excelencia, el seminario no pudo sostenerse por ausentismo de quienes debían ser los alumnos. La buena voluntad de Pablo llegaba al punto de manifestarse dispuesto a continuarlo, a pesar del esfuerzo del viaje hasta Bernal, cuando ya solamente concurríamos dos participantes.

Los ámbitos de estudio y propuestas sobre la economía se han reubicado notoriamente desde aquel momento, en cuanto a su relación con la agenda pública. Hoy que tenemos una política económica que se plantea explícitamente la autonomía política nacional y la equidad social, el Ceplad de la UBA, dirigido por Levin, se ha evidenciado como un semillero de cuadros altamente formados en este enfoque y con fuerte compromiso militante. Es fácil imaginar la generosidad de Pablo trabajando para la formación de jóvenes docentes e investigadores que han integrado su equipo, y que actualmente se destacan en el elenco de gobierno, cuyo caso más conocido es el de Axel Kicillof.

Seguramente si en estos tiempos se repitiera una oferta como la de aquel seminario, la concurrencia sería mucho más nutrida. Porque todos los ámbitos tienen algo de exitismo y banalidad, y el de la profesión de los economistas padece este problema con gran intensidad.