sábado, 26 de noviembre de 2011

Bataille y La Parte Maldita



El Contador fue anoticiado hace más de diez años, de la existencia de La Parte Maldita, por su apreciado amigo el Dr. D.K. Esta obra de Georges Bataille, aparentemente se publicó por primera vez en su idioma original francés, en 1974. Es decir que ya años antes (en 1971) había aparecido la obra de Georgescu La ley de la entropía y el proceso económico.

En La Parte Maldita no se menciona ni al economista rumano ni se alude a la termodinámica de manera explícita. Sin embargo, el planteo general del filósofo francés en este texto, parte de reconocer un hecho muy tratado por esa rama de la física: la fuente de la energía en nuestro planeta es el sol, y el sol da sin jamás recibir.


La existencia de los organismos vivos es dependiente de ese flujo de energía. Y uno de las maneras en que el autor expresa su tesis central es: “el organismo vivo, en la situación que determinan los juegos de la energía para el mantenimiento de la vida: la energía (la riqueza) excedente se puede utilizar para el crecimiento de un sistema (por ejemplo, de un organismo); si el sistema ya no puede crecer más, o si el excedente no puede ser absorbido por entero en su crecimiento, necesariamente hay que perderlo sin provecho, gastarlo, de buen grado o no, gloriosamente o bien de una manera catastrófica”.


La economía es concebida por Bataille como “un aspecto particular de la actividad terrestre, considerada como un fenómeno cósmico (…) Se produce un movimiento en la superficie del globo que resulta del recorrido de la energía en este punto del universo. La actividad económica de los hombres se apropia de este movimiento y es la puesta en práctica para ciertos fines de las posibilidades que resultan de ella…”

Bataille entiende que la ciencia económica se despliega con la ilusión de que su objeto es un sistema aislable, resultando una “economía restringida”; postula una superación hacia una “economía general”, que dé cuenta de aquel entorno cósmico.


Y en esta economía general, a contramano de la economía convencional, el primer objetivo es el gasto (el consumo), y no la producción.


“En la superficie del globo, para la materia viva en general, la energía está siempre en exceso (…) Si no tenemos el valor de destruir nosotros mismos el exceso de energía, no puede ser esta utilizada, y por lo mismo (…) es ella la que nos destruye (…) Por eso, la descongestión ha sido siempre, en todo tiempo, pero en lo más recóndito de la conciencia, objeto de una investigación febril. Las sociedades antiguas la encontraron en las fiestas; algunas edificaron monumentos admirables, que no tenían ninguna utilidad; nosotros empleamos el excedente multiplicando unos “servicios” que allanen la vida y estamos inclinados a reabsorber una parte de ellos en un aumento del ocio. Pero estos derivativos han sido siempre insuficientes: su existencia en excedente ha llevado, en todo tiempo, multitud de seres humanos y grandes cantidades de bienes útiles, a la destrucción de las guerras…”

jueves, 24 de noviembre de 2011

Puiggrós, Hernandez Arregui, y los años ochenta

La reciente visita de Adriana Puiggrós a Córdoba hizo evocar al Contador algunos autores leídos durante la primera juventud.

La noche de la dictadura se había iniciado cuando apenas iniciaba la adolescencia, y todavía duraba al llegar a la universidad. Viniendo desde lo que ahora algunos llaman el interior del interior, y además de familia sin tradición militante ni buenos recursos para la formación intelectual, el joven que era inició una búsqueda autodirigida.

Después de Malvinas fue que empezó a haber ámbitos de encuentro más o menos abiertos para interesarse en la situación política. Antes de eso la única fuente sistemática y fácilmente accesible de información al respecto había sido la Revista Humor. Esta revista que, dentro de las limitaciones del momento, arriesgaba unas cuantas críticas al régimen, presentaba también en cada número entrevistas con dirigentes políticos, sociales y gremiales, que habían tenido en otros tiempos diversos tipos de participación, en el después suspendido juego de la democracia constitucional. Para la revista era sencillo albergar una pluralidad de voces, porque todas tenían en común que pedían el retorno a la institucionalidad democrática.

El joven era ingenuo y todos aquellos dirigentes que hablaban maravillas de sí mismos, e incluso tiraban flores a sus pares, le hacían pensar que bastaría con dejar funcionar libremente a los partidos políticos y demás instituciones de la democracia, para tener rápidamente una sociedad con prosperidad económica y equidad social.

Las lecturas más sustantivas empezaron en la misma época que aquella incipiente mejora en la libertad de reunión, después de la guerra de Malvinas. Por motivos que entonces no se comprendían del todo, y que eran parte de los efectos devastadores de la dictadura, en la universidad los jóvenes interesados en política estábamos, orgánicamente hablando, desprovistos de la presencia orientadora de los mayores.

La clave fueron algunos compañeros que traían algunas pistas desde su propio ámbito familiar, e incluso habían preservado algunos libros. Así fue posible asomarse a un mundo nuevo y apasionante, la realidad política del país se presentaba con una complejidad hasta entonces nunca advertida, y se iniciaba uno en el desafío de tomar posiciones, en una intrincada madeja de visiones que, aunque todas en el nombre del interés popular, evidenciaban múltiples contradicciones entre sí.

Entre esas lecturas llegó la de Rodolfo Puiggrós, padre de la visitante mencionada en el primer párrafo. En particular fueron dos de sus libros: De la Colonia a la Revolución, un texto histórico, y también la Historia Crítica de los Partidos Políticos Argentinos. Fue una parte de un recorrido bastante amplio que incluyó a muchos otros, desde los popes del PC oficial (Leonardo Paso, Agosti, etc.), hasta los lanzazos polémicos cruzados libro a libro ente Milcíades Peña y Jorge Abelardo Ramos. Pero el que más resultaba impactante a ese grupo de jovencitos, era sin duda Juan José Hernández Arregui, y particularmente la obra La formación de la conciencia nacional, que había aparecido en 1960. Lo que todos estos autores tenían en común era que asumían una concepción marxista de la historia y analizaban las estructuras políticas concretas del país. Los que militaban en la izquierda del peronismo, como Puiggrós y Hernandez Arregui, fueron en aquel momento los que resultaron convincentes para el contador.

Es curioso que en aquellas lecturas no haya estado John William Cooke. Los compañeros más avezados solían mentarlo, pero sin desplegar contenido, seguramente porque no tenían. Nunca accedimos (y creo que tampoco buscamos), material escrito de aquel hombre que quizá también hoy es relativamente poco frecuentado.

El peculiar proceso de desarrollo político, social e ideológico que atraviesa la región de América del Sur, invita a volver a leer a estos tempranos impulsores de la emancipación. Posiblemente algunas de las obras se habrán vuelto anacrónicas, pero la posibilidad de resignificarlas contribuirá a restañar el quiebre que tuvo el camino de nuestros pueblos en el último cuarto del Siglo XX.

domingo, 13 de noviembre de 2011

AEDA y un libro de Ha-Joon Chang


En la actual coyuntura política, se ha ido abriendo alguna posibilidad para cuestionar la supremacía académica de la economía neoclásica.

Lamentablemente, la vanidad humana es muy prolífera, y los ámbitos ideológicos alternativos rápidamente entran también en competencia por prestigio, figuración y, claro está, disputas por espacios de poder.

Según una nota aparecida en el diario Página 12 tiempo antes de las elecciones de este año, el grupo de economistas nucleados en AEDA (Asociación de Economía para el Desarrollo de la Argentina), liderado por el Licenciado en Economía Matías Kulfas, en privado suele descalificar al grupete conocido como "La Gran Makro", entre otros motivos porque su referente, el Vice Ministro Roberto Feletti, "es contador"...¡como este bloggero!

En cuanto a AEDA (ya nos ocuparemos de los otros), su despojada página web, sorprende con una única referencia conceptual, un libro cuyo autor es el coreano Ha-Joon Chang, titulado "¿Qué fue del buen samaritano? Naciones ricas, políticas pobres", y publicado por primera vez en 2007.

El Contador (el suscripto), buscó este libro y lo halló en la librería Prometeo de la Ciudad de Buenos Aires. Es una edición conjunta de AEDA y la Editorial de la Universidad Nacional de Quilmes. Impreso en junio de 2009, la tirada tuvo solamente 1.000 ejemplares.

En cuanto al contenido, el libro de 295 páginas, es un texto de divulgación, que a lo largo de sus capítulos va fijando posiciones sobre diversos temas de interés en el debate económico. Es un recorrido que podría aludirse como "tópicos de globalización y desarrollo".

Dedica bastante espacio a resaltar que los actuales países ricos renegaron del librecambio en etapas de su historia económica en que estaban desarrollando su industrialización. Señala otras tantas contradicciones análogas en materia de regulación de la inversión extranjera y protección de la propiedad intelectual.

Entre los capítulos más originales, se cuenta un reconocimiento de empresas exitosas de propiedad estatal en muchos países, una consideración pragmática sobre los efectos de la corrupción, la relativización de los factores culturales en el desempeño económico, y una reflexión sobre la escasa evidencia de correlación entre democracia política y desarrollo económico, que de todos modos enfatiza la importancia intrínseca de la primera.

Tratándose de un texto de economía normativa, la carencia más notoria del libro es que NO define a qué se refiere nada menos que su leit motiv, el desarrollo económico, no plantea una situación objetivo de llegada. Es inevitable pensar, en ausencia de una definición explícita, que se alude a una noción de desarrollo análoga a la de los actuales países ricos. Esta noción de desarrollo, fue sintetizada por el economista español Ramón Tamames, con la expresión "consumo en masa" (Fundamentos de Estructura Económica, Editorial Alianza Universidad, 1992). Es decir una idea de desarrollo inseparable de la alienación del individuo, la desigualdad social, el irracionalismo ambiental y la barbarie en las relaciones internacionales. Más adelante trataremos en extenso cada uno de estos problemas.

sábado, 12 de noviembre de 2011

Nicholas Georgescu-Roegen, la ley de la entropía y el problema económico

El Contador ha conseguido en la web un libro de Nicholas Georgescu-Roegen (1906-1994), matemático y economista rumano. Es un texto traducido al idioma francés agrupado bajo el título "La décroissance", es decir el decrecimiento, y corresponde a una elaboración del año 1979.

El primer capítulo está dedicado a la ley de la entropía y el problema económico. Georgescu expresa que mientras que el mecanicismo ha perdido la supremacía en física y ha dejado de influir en el mundo filosófico, conserva un papel dominante en la epistemología económica, especialmente en la neoclásica.

Coloca como ilustración evidente la representación usual del proceso económico en los manuales de texto, como un flujo circular entre la producción y el consumo, en un sistema completamente cerrado. Extiende este problema a la economía marxista, para la cual todo lo que la naturaleza ofrece al hombre es un don gratuito. También el diagrama de reproducción marxiano es un conjunto absolutamente circular y autosuficiente.

Algunos economistas neoclásicos, como Alfred Marshall, han señalado que el hombre no puede crear ni destruir materia o energía, afirmación concordante con el primer principio de la termodinámica. En cambio, la salida (output) del proceso económico, aquella escuela la expresa únicamente en término de "utilidades".

Georgescu se propone presentar el proceso económico desde el punto de vista físico, como un proceso parcial, circunscripto por una frontera a través de la cual la materia y la energía son intercambiadas con el resto del universo material. En términos de la termodinámica, la materia y la energia absorbidas por el proceso económico se encuentra en estado de baja entropía, y tienen su salida en estado de alta entropía.

La entropía, nos dice Georgescu, es una noción compleja, difícil de explicar y de comprender, incluso para los físicos. Después de recorrer varias definiciones tomadas de diccionarios especializados, propone una simplificada que "no puede satisfacer a los especialistas pero conviene a los fines generales". Esta definición, contenida en la edición 1948 del Websters Collegiate Dictionnary, dice: "la entropía es una medida de la energía inutilizable en un sistema termodinámico".

La energía se presenta en dos estados cualitativamente diferentes, la energía utilizable o libre, y la energía inutilizable o "ligada" (liée), que el hombre no puede utilizar en absoluto. La energía química contenida en un trozo de carbón es energía libre porque el hombre puede transformarla en calor o, si lo quiere, en trabajo mecánico. Pero la cantidad fantástica de energía térmica contenida en el agua de los mares, por ejemplo, es energía ligada.

Cuando se quema un trozo de carbón, su energía química no sufre ni disminución ni aumento. Pero su energía libre inicial se disipa en forma de calor, de humo y de cenizas, que el hombre no podría más utilizar. Se ha degradado en energía ligada.

(Continuará)

La Termodinámica y la Economía



En este tiempo, y saludablemente, se está debatiendo mucho sobre los planes de estudio de las carreras de economía. No se advierte en esos debates, al menos notoriamente, que se contemple incluir en las currículas de economía, el estudio de esa rama de la física que se conoce como termodinámica, y que a nuestro criterio contiene explicaciones ineludibles para la comprensión del proceso económico, al menos en lo referido a recursos, trabajo y productos.

Un hito de referencia fundacional de la Termodinámica es un estudio de 1824, elaborado por el ingeniero Francés Sadi Carnot para evaluar la potencia motriz del fuego (Isidoro Martínez, Termodinámica Básica y Aplicada), aunque existen numerosos antecedentes y desarrollos posteriores. Lamentablemente, la comprensión cabal de la termodinámica no es nada sencilla para quienes no cuentan con una buena iniciación en física, química, y cálculo diferencial e integral.

Pero es necesario encontrar la manera de adentrarse. Los materiales de divulgación suelen introducir esta disciplina partiendo de una esquematización de las llamadas leyes o principios de la termodinámica.

Principio Cero: Existe una temperatura común para todos los estados de equilibrio termodinámico, que se encuentran en equilibrio mutuo con uno dado (Wikipedia).

Primer Principio: La energía más la masa se conserva en todo sistema aislado, que no intercambia materia ni trabajo ni calor con su entorno (Isidoro Martínez, Op. Cit).

Segundo Principio: por esta ley también llamada “de entropía” la energía de todo sistema aislado, siempre evoluciona hacia formas menos útiles (Isidoro Martínez, Op. Cit.).

Tercer Principio: Es imposible alcanzar una temperatura igual al cero absoluto mediante un número finito de procesos físicos (Wikipedia).

(Continuará)