viernes, 9 de diciembre de 2011

La cotidianidad y la historia

Karel Kosik, en el mismo texto que comentamos en un post anterior, Dialéctica de lo Concreto, presenta la cotianidad como el conjunto de circunstancias que tienen cierto grado de previsibilidad. Los hombres y mujeres afrontan su vida diaria de acuerdo a lo que han ido asimiliando en su entorno familiar, su educación, su medio geográfico. Encaran su vida laboral y el resto de su vida de relación dentro de un marco de posibilidades no muy amplio. Este devenir de día tras otro no está exento de contingencias y de pequeños hechos salientes. Pero estos acontecimientos, incluso la muerte propia o de seres queridos, no escapan a la previsibilidad que genéricamente ofrece la cotianidad. Esta manera de tratar este asunto recuerda a la que plantea Fernand Braudel. Tampoco se distingue, en este concepto, entre vida doméstica y vida mundana.


La cotidianidad es una evolución sin mutaciones, nos sugiere Kosik. Por tanto, la idea de cotianidad se contrapone a la idea de historia. ¿Y cuáles son las situaciones capaces de provocar una ruptura de la cotianidad, y por lo tanto determinantes de la historia? Fundamentalmente la guerra. Kosik nos dice que las guerras son la única circunstancia capaz de dislocar la cotianidad de millones de personas y por lo tanto transfigurarla. Claro que cuando la guerra se hace prolongada, los seres humanos se adaptan a sus avatares, y paulatinamente se forma una nueva cotidianidad.




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