jueves, 24 de noviembre de 2011

Puiggrós, Hernandez Arregui, y los años ochenta

La reciente visita de Adriana Puiggrós a Córdoba hizo evocar al Contador algunos autores leídos durante la primera juventud.

La noche de la dictadura se había iniciado cuando apenas iniciaba la adolescencia, y todavía duraba al llegar a la universidad. Viniendo desde lo que ahora algunos llaman el interior del interior, y además de familia sin tradición militante ni buenos recursos para la formación intelectual, el joven que era inició una búsqueda autodirigida.

Después de Malvinas fue que empezó a haber ámbitos de encuentro más o menos abiertos para interesarse en la situación política. Antes de eso la única fuente sistemática y fácilmente accesible de información al respecto había sido la Revista Humor. Esta revista que, dentro de las limitaciones del momento, arriesgaba unas cuantas críticas al régimen, presentaba también en cada número entrevistas con dirigentes políticos, sociales y gremiales, que habían tenido en otros tiempos diversos tipos de participación, en el después suspendido juego de la democracia constitucional. Para la revista era sencillo albergar una pluralidad de voces, porque todas tenían en común que pedían el retorno a la institucionalidad democrática.

El joven era ingenuo y todos aquellos dirigentes que hablaban maravillas de sí mismos, e incluso tiraban flores a sus pares, le hacían pensar que bastaría con dejar funcionar libremente a los partidos políticos y demás instituciones de la democracia, para tener rápidamente una sociedad con prosperidad económica y equidad social.

Las lecturas más sustantivas empezaron en la misma época que aquella incipiente mejora en la libertad de reunión, después de la guerra de Malvinas. Por motivos que entonces no se comprendían del todo, y que eran parte de los efectos devastadores de la dictadura, en la universidad los jóvenes interesados en política estábamos, orgánicamente hablando, desprovistos de la presencia orientadora de los mayores.

La clave fueron algunos compañeros que traían algunas pistas desde su propio ámbito familiar, e incluso habían preservado algunos libros. Así fue posible asomarse a un mundo nuevo y apasionante, la realidad política del país se presentaba con una complejidad hasta entonces nunca advertida, y se iniciaba uno en el desafío de tomar posiciones, en una intrincada madeja de visiones que, aunque todas en el nombre del interés popular, evidenciaban múltiples contradicciones entre sí.

Entre esas lecturas llegó la de Rodolfo Puiggrós, padre de la visitante mencionada en el primer párrafo. En particular fueron dos de sus libros: De la Colonia a la Revolución, un texto histórico, y también la Historia Crítica de los Partidos Políticos Argentinos. Fue una parte de un recorrido bastante amplio que incluyó a muchos otros, desde los popes del PC oficial (Leonardo Paso, Agosti, etc.), hasta los lanzazos polémicos cruzados libro a libro ente Milcíades Peña y Jorge Abelardo Ramos. Pero el que más resultaba impactante a ese grupo de jovencitos, era sin duda Juan José Hernández Arregui, y particularmente la obra La formación de la conciencia nacional, que había aparecido en 1960. Lo que todos estos autores tenían en común era que asumían una concepción marxista de la historia y analizaban las estructuras políticas concretas del país. Los que militaban en la izquierda del peronismo, como Puiggrós y Hernandez Arregui, fueron en aquel momento los que resultaron convincentes para el contador.

Es curioso que en aquellas lecturas no haya estado John William Cooke. Los compañeros más avezados solían mentarlo, pero sin desplegar contenido, seguramente porque no tenían. Nunca accedimos (y creo que tampoco buscamos), material escrito de aquel hombre que quizá también hoy es relativamente poco frecuentado.

El peculiar proceso de desarrollo político, social e ideológico que atraviesa la región de América del Sur, invita a volver a leer a estos tempranos impulsores de la emancipación. Posiblemente algunas de las obras se habrán vuelto anacrónicas, pero la posibilidad de resignificarlas contribuirá a restañar el quiebre que tuvo el camino de nuestros pueblos en el último cuarto del Siglo XX.

No hay comentarios:

Publicar un comentario