Los días 30 y 31 de octubre se realizó en Córdoba una
conmemoración del Gobierno de Obregón Cano (25/05/1973 al 27/02/1974).
No pude llegar el primer día, pero si estuve a tiempo en la
segunda jornada. La concurrencia colmó una de las salas del Pabellón Argentina
de la Ciudad Universitaria.
En primer término se proyectó un documental con escenas
tomadas en aquella época por las cámaras de Canal 10. Extractos de noticieros
que quizá había visto cuando niño. Fue
un material bastante largo, que me hizo emocionar y también angustiarme.
Esa melancolía creo que tiene diversos motivos. Uno de
índole privada, que es común al acicatear con imágenes el recuerdo de tiempos
irremediablemente idos, en que además estaban al lado de uno seres amados que
ahora faltan, la abuela, el padre. Otro,
que ha sido bien explicado por Kundera al instruir en la técnica del relato: empezar
por el final dramático y narrar después las ilusiones que había en los
protagonistas, provoca impresión de melancolía. Ya sabemos el baño de sangre en
que terminó aquello, el deterioro social que todavía arrastramos; en los cuadros de época de este documental se
ve la gran expectativa popular que había, también cierta ingenuidad, incluso en
los dirigentes. Recuerda un poco a ese
otro gran documental que se titula “La Batalla de Chile”, sobre el Gobierno de
Salvador Allende en aquel país. Finalmente, creo que da melancolía constatar
que cuarenta años después continúan tantos de los antiguos sufrimientos,
algunos por cierto agravados y otros nuevos.
Algunas comprobaciones sorprendentes (para mí) en el
documental. Los discursos de campaña de
Obregón y de López, a pesar de la evidente efervescencia de la época, contienen
siempre apelaciones a la convivencia democrática, a la inclusión de todos los
sectores. Si bien se habla en algún caso de los jóvenes que dieron su libertad
y su vida para lograr el gobierno popular, no hay por parte de estos dirigentes
ningún llamado a la violencia. Otra muy llamativa: en uno de sus discursos,
Obregón repasa logros de Córdoba en lo industrial, en lo productivo, lo intelectual, y en esa
enumeración incluye la por entonces reciente designación de Primatesta como
Cardenal. Que además, quién sabe por qué
motivo, es invitado a firmar el acta el día que asumen las autoridades electas
el Gobierno Provincial. Hay un tramo del documental dedicado a la visita a
Córdoba del Presidente de Cuba Osvaldo Dorticós. Contrastan los gestos y atuendo acartonados
de este personaje con la tremenda agitación de los actos públicos a los que es
conducido. En una de las ocasiones, la multitud corea “que se saque el saco”, y
presurosos algunos del palco prácticamente se lo arrancan.
De las imágenes de Atilio López me sorprendió que en las
reuniones públicas está habitualmente muy pensativo, como reconcentrado.
El documental concluye con escenas del sepelio de Atilio
López, brutalmente asesinado por la Triple A, a modo de sombrío epílogo de este
momento de movilización y esperanza que fue el Gobierno de Obregón Cano, “último
gobierno popular de Córdoba”, según las
palabras de los organizadores del homenaje.
Es muy notorio que esta experiencia ha sufrido hasta ahora un
increíble silencio institucional y mediático, más inexplicable todavía si se
considera que su protagonista más notorio, el propio Ricardo Obregón Cano,
todavía vive y goza de buena salud con noventa y seis años de edad.
(En un próximo post,
comentaré lo tratado por el panel que se conformó a continuación de la
proyección del documental, integrado por Lucio Garzón Maceda, el juez Pérez
Villalobo, Norberto Ciaravino y Horacio González. También daré mis propias impresiones sobre la
época y sus implicancias para nuestro tiempo)
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