Entonces
llega, el lunes 23 de abril, Aldo Ferrer
a Córdoba, una movida conjunta entre la gente del Banco Credicoop y el grupo de
la Rectora de la Universidad Nacional de Córdoba.
El
lugar de la conferencia es una de las hermosas salas del Pabellón Argentina de
la Universidad. Los dos grupos organizadores han trabajado mucho en la
difusión, y han tenido efectividad en eso, para el tipo de actividad hay una
importante cantidad de gente.
Se
pone en marcha el nervioso ritual previo, de los corrillos para mostrar y
mostrarse. Las personas que presumen de ser figuras públicas, ponen en evidencia los rigurosos cálculos que
íntimamente realizan para tasar su conducta social en ese escenario tan
arquetípico en materia de exhibición de vanidades.
El
código es bastante simple. Estas figuras, aunque te conozcan perfectamente por
diversas ocasiones que has compartido con ellos, no se acercan a saludarte si
consideran que su propia relevancia como “dirigente” político o social es
superior a la tuya. En cambio se dirigen sin titubear al abordaje de quienes
tasan como superiores en ese aspecto. Y se avienen a concederte el saludo si
sos vos quien se dirige a ellos. Perciben tu acercamiento como reverencial, y
por sutiles gestos darán a entender que no recuerdan tu persona, o en todo caso
que la recuerdan de manera difusa.
Otra impulso de esta vanidad se dirige a la
ubicación en el espacio en que se cumplirá el ritual. No solo en cuanto a quienes se sientan en el
estrado, ubicación reservada a la máxima jerarquía presente, sino también a la primera fila de la sala.
La
idea de los organizadores siempre es que la primera fila esté ocupada por
figuras notorias. En general las
personas sencillas se autoexcluyen de ese grado de exhibición. Pero algún que otro personaje ambicioso hace un
cálculo de su propia importancia que no coincide con el de los organizadores, y
ocupa un lugar que sería necesario hacerle desalojar si llegan otros asistentes
más encumbrados.
En
los minutos previos al inicio de la actividad se desarrollan en la mente de los
organizadores otros nerviosos cálculos,
en este caso de disponibilidad en esa primera fila, porque tampoco es bueno que
luzca en las fotografías con lugares vacíos. Eso evidenciaría que se esperaban
personalidades que no concurrieron.
Al
final el aplauso es sumamente prolongado. No se puede saber con certeza qué es
lo que se está aplaudiendo: si las palabras (quizá algo trilladas) que se
acaban de oir, la trayectoria del anciano
expositor, el mérito de la vejez enérgica… O si los aplausos son un pláceme a la insinuada iniciativa política de la
rectora, que aspira a disputar la Gobernación de la Provincia en el próximo turno. Posiblemente sea un poco de cada cosa, según la perspectiva particular
de cada uno de los presentes.
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