jueves, 8 de octubre de 2009

El lugar desde el que digo

Pasadas algunas décadas desde que uno aprendió a leer y escribir, y desde que comenzó a pensar reflexivamente, a leer diversos tipos de escritos aunque fuese sin un plan ordenado. Y también habiéndole pasado en ese tiempo, como a todo el mundo, cosas gratas y dolorosas. Para alguien así, es posible decir algunas cosas sobre los motivos para vivir y sobre algún campo del saber humano. Atreverse a decir. Y tampoco es un decir arbitrario, como el de alguna gente, afecta a hablar por hablar, que opina sobre cualquier asunto, lo primero que le viene a la mente.
Este atreverse a decir que yo (me) propongo, no es un decir que se pretenda dueño de enunciados expertos. Tampoco un decir dicho desde un lugar de poder. No es que las cosas que diga deban atenderse porque las pronuncie como hombre poderoso, que puede hacerse oir por el mero imperio de su poder.
Este atreverse a decir que yo me propongo, es el decir del con-versador con otro, con otro interesado. Interesado en el con-versar en sí mismo, un con-versar informado.

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